RSS

El Hombre Rata y La Adivina en Patineta
  POR: David Cañedo Mesinas

 
-¡Agárrate del manubrio!- Gritó la señora Puplewikens desde el otro lado de aquella patineta gigante.
-¡Trata de frenar!- Me dijo.
No sabía porque, pero desde la casa de mi vecina habíamos brincado mágicamente a una patineta gigante en la que íbamos recostados. Tal vez estaba soñando...
-¿Que está pasando?- Dije asustado a la señora Puplewikens, pero ella no me escuchó.
-No te preocupes todo está bien... Ahora solo hay que disfrutar del viaje-
Yo No comprendía nada.
-Cuanto apuesto a que tienes ganas de comerte una trucha con chocolate, ¿verdad?- Dijo, sacando un pescado de su bolso.
-¡Es usted una cochina!- Dije.
-¿Que soy una adivina?, pues si... Lo soy muchacho, así es, es por eso que supe que querías una trucha- Dijo, guiñándome el ojo; Y antes de que pudiera contestar, la señora Puplewikens dio la vuelta a su manubrio hacia una calle repleta de gente, en la que fuimos a toda velocidad colina abajo.
-¡Que hizo usted!, ahora vamos a chocar. ¡Oh por dios!- dije
-Tranquilízate muchacho, solo quiero comprobar mis dones mágicos de adivinadora- me contestó tranquilamente.
-¡Está usted loca!-
-Lo se... soy como una roca. Mira, ahí va un señor, vamos enseñarle su futuro- Dijo, y me guiñó el ojo de nuevo acercándose a un viejito que pasaba en la acera de junto.
-Señor, usted está destinada a convertirse en rata- Le gritó la señora Puplewikens al viejito.-
-Yo estaba asombrado de lo que decía la loca de mi vecina, Y antes de que pudiera reaccionar, vimos como quedaba atrás el señor mientras se convertía en una rata gigante de color púrpura.
-¿¡Que está pasando!?- grité, pero la señora Puplewikens tampoco oyó lo que dije, y acercándose a una mujer que llevaba un bebé en su regazo, le dijo:
-Su destino es ser devorada por las moscas- Le dijo con seguridad la señora Puplewikens a la mujer, y antes de que esta pudiera reaccionar, se vio atacada por una parvada de bichos asquerosos mientras su bebé gritaba de alegría.
La señora Puplewikens se veía feliz.
-¿Ves? te dije que iba a comprobarte mis dones mágicos de adivinación.
La señora Puplewikens, vivía en el número 345 de la calle Judas, Tenía el cabello corto, de color rojo, y era flaca como un cotonete. Esa mañana las cosas habían empezado muy raras, pero lo que estaba pasando ahora era sin duda alguna clase de alucinación mental, Tal vez producida por alguna droga escondida en mi alimento.
-Ten cuidado muchacho, nos acercamos a una curva muy peligrosa- Me advirtió con seriedad.
y En efecto, misteriosamente estábamos de repente en una carretera de tierra llena de curvas peligrosas.
-¡Gira hacia la derecha!- Me gritó. En realidad si giraba para la derecha caeríamos los dos en un profundo abismo, pero no me atreví a desobedecerla por miedo a que si fuera una adivina de verdad. Sin embargo, rápidamente me di cuenta de mi error, ya que empezamos a caer con todo y transporte en un abismo gigante-
-¡Oh dios! ¿Que hacemos?- Grité con ansias.
La señora Puplewikens Solo se empezó a reír y me dijo que no soltara el manubrio de la extraña patineta, que ahora que lo pienso, tenía también rasgos de ser alguna clase de bicicleta.
Rápidamente el artefacto se convirtió en un paracaídas gigante que amortiguó nuestro aterrizaje en la calle Judas.
Místicamente nos encontrábamos de nuevo los dos, parados en su casa, tomando un te con mi madre y con su esposo, Como si nadie se hubiera percatado de nuestro extraño viaje. Solo nosotros dos lo hicimos.
la señora Puplewikens Me guiñó un ojo, y rápidamente vi pasar por la ventana a una rata gigante y a una señora repleta de moscas verdes.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

0 Comentarios*:

Publicar un comentario

Hey, Psicopata; Deja tu comentario.

:-) :-S :-P :-[ :-D }:-] X* ;-D :-| :-} :*) :-( ;-) XD

ir arriba