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Metamorfos Dueños
POR: David Cañedo Mesinas

''Un cuento estresantemente horroroso, Macabramente Psicologico, Para las personas Enfermas de Fantasia.''



Y frente a aquel espejo, El, que se encontraba sentado, En un banco de madera antigua, reposaba mirando su reflejo con la luz de la luna colándose por la ventana. Después de cenar. Había subido a su cuarto a dormir, Reposando frente al espejo, mirando su reflejo sin admirarlo.

Como siempre, había regresado del baile, Jugando con sus dedos caminando nervioso por las calles, llegando al fin, dando una brusca vuelta hacia su recóndita casa, en donde Guardaba a Alicia; su esposa darie; su padre, y al hombre camello, oculto, con su cara, de nariz retorcida y de orejas semiabiertas, con ojos sin cristales, y con frente de elefante, aguardaba tenebroso, escondido del mundo, a su amado padre, el hombre nervioso que con sus manos jugueteaba, allá en el callejón sin fondo, para llegar con su macabra familia de deformes de circo. María, llevaba las sobras al perro, que con angustia las comía, destrozándolos con saña, haciendo ruidos insoportablemente feos, tétrica cena, llevada por la dama vestida con cera, Ya que no tenia vestidos, en un cuarto sin ventanas lo esperaban, solo un foco titilaba en el techo, con una mariposa negra vuelta loca con el ruido del tan insoportable perro, voleteaba, nerviosa junto al foco.
Llegaba Sanz, al fin, y metiese con ansia al circo de deformes macabros, siendo el único con piel de ángel, llevaba siempre el dinero para comprar pan.

Sentados. Primer platillo: un líquido verde espeso, yacía tranquilo en la mesa, en diferentes cacharros, sin imaginarse que seria devorado por los monstruos.
Sanz comía, impaciente, la mariposa empezaba a molestarlo, y le tiraba miradas de desespero e ira, mientras tragaba.
Al fin terminaba el día, y el pasillo obscurecía cada vez más, al unísono de los aleteos de la polilla, que negra, yacía desesperada, aun con el perro muerto de cansancio tirado a la orilla de la mesa.
El hombre camello se levantó, de súbito, como siempre amable, para llevar sus platos a la cocina.
La sirvienta de cera siguió, llevando los del señor darie y la mujer Alicia.
Todos ignoraron a Sanz, incluso el mismo, solamente se miraron todos a los cachetes, y sospechaban que era hora de subir por el pasillo obscuro, todos lo hicieron, excepto el perro caníbal, la sirvienta de cera y el hombre camello.
La mariposa los siguió, sospechando que era hora de vengarse.

Volvíase a mirar al espejo, quejumbroso, la mariposa lo espiaba. Sanz decidido a durmiese reposó en su almohada de paja sin sospechar su parodio.
Pero cansado de cansarse, y de sus volteretas propias hechas tirones por la cama, levantase, yendo al espejo a admirar su hermosa piel, de nuevo.
La mariposa se le aferró a la espalda.

La metamorfosis había comenzado.

La polilla inyecto sus polvos por los poros del individuo. Y todo era mágicamente obscuro.
De pronto un líquido verde empezó a salir por la piel divina del cirquense, parecía sudor, pero emitía un hedor aun más desagradable.
Una comezón invadió el cuerpo del joven, y este empezó a retorcerse por el suelo, sin emitir sonido, solamente se veía su sombra en el enmarañado espejo, y unas canas grises salieron del cuerpo de la persona.
La telaraña de cabellos se unió, y envolvió al hombre como si tratara de desquitarse, asfixiándolo, y lo mató.

Pero su cuerpo había sobrevivido, solo comenzaba el cambio emitido por la polilla, que reía en silencio tonta, y confusa como su especie.
La noche transcurrió, y después de un silencio estante, el capullo se abrió, emergiendo un olor exterminante, seguido de una criatura fulminante.
Después de todo, en esa familia, todos estaban destinados a ser monstruos.

Y emergió el ser mariposa, con alma de metal, sin vida, como el cristal, Frío, seboso, son hedor de zorrillo, manchando de polvo todo el camino, con alas negras, y cuerpo gris, Pareciera que su vida era una obra maestra.

Voleteando por el techo salió la mariposa humana, y caminando, bajo por el pasillo a la cocina. Nadie se percató de la ausencia del piel divina, y no se asombraron por la presencia de dos polillas negras, aleteando con furia embistiendo al foco. Todo volvía a ser anormal.

La metamorfosis había terminado, y la creatura, solo medía 5 metros.

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