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 La Eterna Gula del Gusano
POR: David Cañedo Mesinas


Rojas salsas verdes y burbujas secas que grotescas brotan del líquido comestible. Un cacharro relleno de materia que pronto sucumbiría convirtiéndose en excremento. Era solo un plato con comida, con albóndigas de carne humana y cabellos de rata en lugar de pasta.
¡Traga! -gritó- Trágate todo y mastícalo hasta que te reviente la quijada y te duela el paladar.
Trágate todo el asqueroso contenido, y troglodita disfruta como sapo cada bocado de porquería que tu estomago esta obligado a digerir.
Es solo materia, viscoso trigo empanizado y carne de vaca molida que juntos parecen el guiso de un cualquier caníbal antisocial.
Digerir es como disfrutar, pero al intestino le gusta sufrir gozando al aturdirse, y se auto flagela hasta sucumbir en un mismo punto, molido por las duras babas olorosas que produce el mismo para perturbarse.
A los gusanos les gusta sufrir, y a cada mordida que dan disfrutan el sabor y les duelen los dientes, y Como un insensato mastodonte miniatura se mutila interiormente hasta morir por falta del mismo dolor tan necesario.
Es como una necesidad humana, comer y picarse las encías; y El tenedor es un instrumento de tortura creado para ocultar los beneficios que ofrece el destrozarse internamente, De consecuencias respectivas y causas bastas.
Ni siquiera es zozobrar el solo mirar el excremento y te da asco, y vomitas, Pero tu vomitada es un manjar para los insectos. Y La carne que tú amas las jirafas la desprecian. Cada estomago tiene un refinado gusto masoquista y disfruta torturándose en su única manera particular.
¡Traga perro, traga! -dijo-
 Y Aunque todos sabemos que es instintivo lo ocultamos en refinados platos de oro y con servilletas de seda cosidas con las manos.
La gula del placer y nos quejamos de sufrir por fuera.
La piel se retuerce en un orgasmo y después en un retortijón, casi instantáneo, y El invitado aun reclama al dueño por no flagelarse.
Es un intruso que nace cuando nacemos, y sale de nuestro cuerpo cuando somos polvo, y Cada mañana y cada tarde, con la carmesí cortina de la aurora pedimos picotazos. y El que nos cuida nos regaña si no sufrimos.
Es como ser corrupto consigo mismo y anhelante de esfuerzos tontos mira el plato vacío y sonríe feliz de haberse mutilado.
Es instantáneo y mecánico el anhelo de vivir solo por comer, y aquel que descubriera la formula para permitirse el no hacerlo se suicidaba. Por que el efecto de la borrasca interna nos avisa que tememos acostarnos en la avalancha y revolcarnos hasta perder los brazos. En una suposición interna de lo que se siente el complacer tales verbos.
¡Ahora te lo tragas! -dice la madre y ni siquiera lo ah servido- y Así, el niño aprende a mutilarse su interior y con el tiempo le va adquiriendo gozo, y cuando es mayor se siente iluso por no haber obedecido antes aquel instinto infrahumano y demencial de la intuición. Y Es aquí cuando tus venas te traicionan y escapan explotando después de fenecer.
¿Has degustado ya de la delicia de la hambruna? y Es aquel el que te reclama y por eso le temes a morir de inanición. Después de todo sería imposible dejar de ser masoquista por un cínico anti-instinto dicho por un pensamiento idiota.
Es esa la gula de gusano que disfrutas del manjar después de aborrecer su relleno. Y eres obeso porque amas sentir rabia y lo ocultas vengándote de tus entrañas.
Ahora que has terminado, lava los platos y si quieres comete el postre -dijo-

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